domingo, 1 de agosto de 2010

El ciempiés

Siguiendo con las entradas sobre la escuela voy a escribir sobre el cimbreante visitante que tuvimos el miércoles.

Resulta que apenas habíamos iniciado la clase, sacábamos nuestros cuadernos o laptops cuando una compañera pegó un grito y su carpeta salió volando: un ciempiés se había colado en su bolsa.

Al principio no lo vi porque la muchacha estaba sentada en el otro extremo del salón pero cuando alcancé a verlo me entro una mezcla de asco y miedito. Los dos únicos hombres del grupo se acercaron con la intención de matarlo porque las más cercanas al animalito entraron en pánico (la mayoría traíamos zapatillas o zapatos bajos y abiertos), pero se le quedaron viendo nomás, casi como si su sinuoso movimiento los hubiese hipnotizado. Yo había confiado que el monstruo patón no llegaría hasta el otro lado del salón pero nuestros rescatadores no lo aplastaron, permitiendo que cruzara el aula hasta el resto de nosotras. Las que pudieron corrieron lejos y las que no, nos paramos sobre los mesabancos. Finalmente, el tipo que rasca sus genitales en público le brincó encima tres veces. El jefe de grupo lo echo fuera del salón y le tomó una foto al intruso muerto, pero antes nos tomó una a nosotras trepadas en los bancos.

Lo que pasó fue que el ciempiés estaba dentro de la carpeta de la muchacha y cuando la sacó de su bolsa lo vio asomarse y fue entonces que arrojó la carpeta lejos y gritó.

Mmm, habría contado esto el día que sucedió pero quería poner las fotos que tomó David, solo que no las ha subido a la página del grupo, así que decidí hacer un dibujo en paint.

Dramatización

El condenado tenía verdadera voluntad de vivir, porque aun se retorcía después de aplastarlo. El resto de la clase fue normal, sin contar que pasamos como quince minutos discutiendo sobre si los ciempiés son venenosos o no, o si te entierran todas la patitas o solo las antenas y de las múltiples leyendas urbanas sobre ellos.

Eso es todo.

Cambio y fuera.

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