lunes, 19 de diciembre de 2011

Crónicas de servicio social

Jelouuuu... 

Compartiré lo que pasó el día de la pastorela.

Llegué puntualísima a las 9:30 de la mañana y ya había bastante gente dentro del auditorio. La misión asignada era, primero que nada, acomodar a todo el chamaquero del preescolar en sus asientos para tenerlos juntos y listos para entrar en escena. Una vez conseguido eso y con todo mundo en su lugar comenzó el show. Comenzaron los niños bailando, disfrazados de pinitos de navidad y cantando "I'm the happiest christmas tree" y de ahí continuaron los demás grupos de la primaria cantando villancicos en inglés, cuando todos cantaron empezó, ahora si, la pastorela.

No la disfruté bien bien porque me la pasé llevando gremlins al baño cada dos por tres. Llegaba con unos y apenas me iba sentando y aparecían otros dos con ganas de ir. Luego estaba este niño enfadosísimo, la verdad insufrible: correteando por todo el auditorio, gritando, molestando a otros niños, haciendo lo que le daba su gana y a tres maestras diferentes les dijo que quería ir al baño... a mí me tocó llevarlo dos veces aunque le dije a la maestra que ese niño acaba de ir. Al final lo sacaron del escenario y no apareció al final para dar las gracias al público porque de plano no pudimos hacer que se comportara.

Lo que si pude ver fueron las escenas donde salía el teacher disfrazado de diablo. Lo más divertido de todo.

Cuando todo terminó yo planeaba irme. Le pregunté a la directora si necesitaba algo más o si ya era todo, me pidió que ayudara a recoger la decoración pero ya lo habían hecho, solo estaban esperando el carro para guardarlo todo y llevárselo. Quité unos renos y luego me hice pato. Me sentía ridícula sin hacer nada y las otras maestras platicando así que esperé que la directora se alejara de la entrada y me tiré a la fuga, deseando que nadie se diera cuenta.

Al día siguiente, el viernes, se hicieron las posadas de los niños. Comí pizza. Fue todo un relajo de pedazos de piñata, pastel en el piso y las mesas, servilletas y vasitos de soda regados. Al menos los niños se divirtieron mucho.
En la noche fue la posada de los maestros. Fui porque la directora me lo pidió. Cenamos pavo. Todas las maestras estábamos dentro de uno de los salones de preescolar. Alburean mucho y yo casi ni hablé. No tenía de qué ni con quién. Me sentí chinche. Luego la carrilla porque soy pequeña y "muy" joven. Mmm la maestra de 5to y una de las de preescolar tienen 22, solo me llevan un año, no entiendo entonces la carrilla.

El momento de máxima incomodidad fue cuando se llevó a cabo el intercambio de regalos. Yo no entré, pero la directora me hizo un regalo: $2500 y antes de entregármelo comenzó a hablar de mí y de cualidades que no sabía que había demostrado, o que por lo menos no sabía cómo fue que las notó en mí, si casi ni nos vemos, como profesionalismo, iniciativa, etc. Me sentía roja de vergüenza porque todas se me quedaban viendo. Además esperaban que dijera cuánto dinero había en el sobre y no me parecía mmm, prudente o apropiado decirlo, entonces la maestra de inglés del kinder me salvó y dijo que yo no quería decirlo, pero no hizo falta, la directora lo dijo para todas. Me dio muchísima pena que todas me miraran y más por todo lo que dijo la directora de mí. Las maestras me dieron carrilla otra vez, diciendo que ahora yo era la nueva consentida y la mano izquierda (porque la derecha es la secretaría) de la directora. No es mi intención sonar malagradecida. Le agradezco mucho el gesto y la amabilidad que ha tenido la maestra conmigo, solo que me dio mucha pena ser el centro de atención en ese momento, no sabía que decir.

No sé a que hora se habrá terminado la posada. Me fui a las 12.
Y así fue como quedaron las cosas. A ver qué pasa en enero.

Me despido, me espera un delicioso espagueti.
Cambio y fuera.

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