viernes, 18 de marzo de 2011

Encuentro incómodo

Dada la gran cantidad de estrés, tareas y trabajo, no he podido actualizar, algo que Juan constantemente me recuerda y me pica las costillas para que escriba algo nuevo.

El miércoles tuve una especie de encuentro incómodo con un ser de mis pesadillas. No del tipo de encuentro incómodo como ver a una amiga de tu mamá o a un padrecito en la farmacia mientras compras condones o una prueba de embarazo, pero si algo desagradable.

Salía del kinder hacia mi casa. Camino mucho para llegar a la parada del camión así que iba toda asoleada y roja, cargando con un montón de botellas de pintura en mi bolsa-mochila, un rollo de peyón con un dibujo de florecitas, con la blusa del uniforme desabotonada, los tenis todos mugrosos y apestando a crayola y pintura echada a perder. Crucé la calle y cuando llegué a la banca de la parada me encontré con alguien a quién nunca habría querido encontrarme en esas condiciones: con mi primer trauma amoroso. El maldito estaba ahí sentadote, atormentándome. Bueno, no, exagero, pero fue desagradable. No me atreví a sentarme, solo me paré en la sombrita para que se me quitara lo roja, mientras pude notar como se me quedaba viendo, como si me reconociera, vigilandome como si temiera que en cualquier momento yo intentara establecer algún tipo de contacto con él o me avalanzara sobre él.

Yo no dejaba de pensar Maldita sea, maldita sea. ¡Aaaah! ¡Aaaah! ¿Por qué? ¿Por qué tenía que encontrármelo? ¿Por qué en esas fachas? ¿Y por qué debíamos tomar el mismo camión y tener que bajar donde mismo? Literalmente podía sentir las malas vibras y el temor que emanaban de él.

Finalmente me senté porque no aguantaba más cargando todo aquel chacharero del kinder. Todo era sumamente incómodo. Ambos nos reconocimos, sabíamos quién era el otro pero no nos atrevíamos a emitir ninguna señal de reconocimiento.

Luego llegó el camión, me subí y traté de olvidar su existencia y gracias a Dios, J me dio una sorpresa y estaba esperándome en la siguiente parada para ir juntos a mi casa. Así al menos mi pesadilla se daría cuenta de que no lo andaba acosando y en lugar de verme patéticamente acosadora él se vería patéticamente paranoico. Maldito. 

Ash, si alguien se da cuenta de lo ridículamente absurdo de mi razonamiento acerca de esta situación, por favor no me lo digan. Me obsesiono con demasiados escenarios hipotéticos siempre, no hace falta que me lo hagan notar. Soy un desastre y estoy loca.

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