lunes, 2 de enero de 2012

Nos mandaron a ver si ya puso la marrana


A mí y a toda mi familia. 
 
¿Pues cómo la ve, estimado lector? Lo que pasa es que tengo una abuela bien dramática que por ahí de septiembre, octubre le dio el patatús –según ella– y que andaba bien mala y quería que todos fueran a verla. Nosotros (papá, mamá, hermanos y yo) no fuimos porque mi padre tenía que trabajar y mis hermanos yo tenemos clases. Total que ya pasó todo y mi madre llamó para preguntar cómo estaba. Todo normal.


Todo esto sería irrelevante de no ser porque la vetusta dama es rencorosa y sentía la necesidad de vengarse de los desconsiderados de sus parientes que no fueron a visitarla en su lecho de enferma. Para no hacer el cuento más largo iré al grano: Fuimos a Hermosillo el día 31 como todos los años a pasar año nuevo con mis abuelos pero el problema fue que no nos abrieron la puerta. Así como lo lee, incrédulo lector. Mi padre ya le había advierto a mi madre que eso podría pasar, como desquite por no ir a verla, pero ella no quiso entender. A las dos de la tarde llegamos al rancho de mi tío, a saludar antes de llegar con mi abuela; estuvimos dos horas y a las cuatro llegamos a la casa de mis abuelos. Tocamos, aventamos piedritas a la puerta para que nos escucharan, todavía mi papá y mi hermano le movieron al carro y ni así salieron a abrirnos la puerta. Había luz, pero nadie salió. Pero no nos apachurramos, nos regresamos al rancho a pasar el año nuevo. Ya en casa de mis tíos, marcamos a la casa de mi abuela y mi madre habló con ella. Quién sabe qué fue lo que hablaron, pero según dicen, mi abuela andaba encabronada porque llegamos primero al rancho y no directamente con ella y que si tanto nos gustaba estar en el rancho que allá nos quedáramos. Plop.


¿Qué tal? Somos unos apestados ahora, desterrados de la casa de mi abuela por tiempo indefinido. Por lo menos hasta que mi madre quiera volver a pasar año nuevo con su suegra. Yo preferiría no volver a intentarlo para la siguiente Nochevieja. ¿Para qué?


Enigüei. En el rancho tronaron “cuetes”, pusieron música y todos contentos. El día primero nos fuimos a comer a Ures, antigua capital del estado, como no cesaba de recodar mi tío. Primero teníamos pensado ir a comer a un puesto que conocía mi tío, pero no estaba abierto, por eso nos fuimos hasta la histórica ciudad de Ures. Entramos a un restaurant-bar frente a la Plaza Zaragoza, el “¡Ajúa!”. Es un lugar muy bonito, una vieja casa de adobe adaptada como restaurante. Tomamos fotos a morir, nos dimos una vuelta por la plaza y la iglesia y después volvimos al rancho en la tarde.


Y pues así pasé la víspera de año nuevo. Mi hermano manejo en carretera por primera vez, se llevó el carro desde Santa Anna, nos rechazaron de una casa, fuimos a Ures, comimos, dormimos, tronamos “cuetes” y nos divertimos.


Espero que uds, pillines, se la pasaran bien.



Cambio y fuera.

1 comentario: