A mí y a toda mi familia.
¿Pues cómo la ve, estimado lector? Lo que pasa es que tengo una abuela bien
dramática que por ahí de septiembre, octubre le dio el patatús –según ella– y
que andaba bien mala y quería que todos fueran a verla. Nosotros (papá, mamá,
hermanos y yo) no fuimos porque mi padre tenía que trabajar y mis hermanos yo
tenemos clases. Total que ya pasó todo y mi madre llamó para preguntar cómo
estaba. Todo normal.
Todo esto sería irrelevante de no ser porque la vetusta dama es rencorosa y
sentía la necesidad de vengarse de los desconsiderados de sus parientes que no
fueron a visitarla en su lecho de enferma. Para no hacer el cuento más largo
iré al grano: Fuimos a Hermosillo el día 31 como todos los años a pasar año
nuevo con mis abuelos pero el problema fue que no nos abrieron la puerta. Así
como lo lee, incrédulo lector. Mi padre ya le había advierto a mi madre que eso
podría pasar, como desquite por no ir a verla, pero ella no quiso entender. A
las dos de la tarde llegamos al rancho de mi tío, a saludar antes de llegar con
mi abuela; estuvimos dos horas y a las cuatro llegamos a la casa de mis
abuelos. Tocamos, aventamos piedritas a la puerta para que nos escucharan,
todavía mi papá y mi hermano le movieron al carro y ni así salieron a abrirnos
la puerta. Había luz, pero nadie salió. Pero no nos apachurramos, nos
regresamos al rancho a pasar el año nuevo. Ya en casa de mis tíos, marcamos a
la casa de mi abuela y mi madre habló con ella. Quién sabe qué fue lo que
hablaron, pero según dicen, mi abuela andaba encabronada porque llegamos
primero al rancho y no directamente con ella y que si tanto nos gustaba estar
en el rancho que allá nos quedáramos. Plop.
¿Qué tal? Somos unos apestados ahora, desterrados de la casa de mi abuela
por tiempo indefinido. Por lo menos hasta que mi madre quiera volver a pasar
año nuevo con su suegra. Yo preferiría no volver a intentarlo para la siguiente
Nochevieja. ¿Para qué?
Enigüei. En el rancho tronaron “cuetes”, pusieron música y todos contentos.
El día primero nos fuimos a comer a Ures, antigua capital del estado, como no
cesaba de recodar mi tío. Primero teníamos pensado ir a comer a un puesto que
conocía mi tío, pero no estaba abierto, por eso nos fuimos hasta la histórica
ciudad de Ures. Entramos a un restaurant-bar frente a la Plaza Zaragoza, el
“¡Ajúa!”. Es un lugar muy bonito, una vieja casa de adobe adaptada como
restaurante. Tomamos fotos a morir, nos dimos una vuelta por la plaza y la
iglesia y después volvimos al rancho en la tarde.
Y pues así pasé la víspera de año nuevo. Mi hermano manejo en carretera por
primera vez, se llevó el carro desde Santa Anna, nos rechazaron de una casa,
fuimos a Ures, comimos, dormimos, tronamos “cuetes” y nos divertimos.
Espero que uds, pillines, se la pasaran bien.
Cambio y fuera.
Vaya xD... yo no volvería :G
ResponderEliminarpics or didn't happen