miércoles, 29 de junio de 2011

Se cierra un ciclo

Se acabó el ciclo escolar. Ayer fue la gradación del kinder y todo salió muy bien. Los niños se lucieron y se veían muy lindos, las mamás llorando y todo mundo sacando fotos. En el momento no me sentí triste, más bien estaba cansada después de todo el esfuerzo y la energía que pusimos para los ensayos, la decoración y la coordinación de los niños, pero hoy cuando me dirigía a la escuela me sentí muy, muy triste. Pensaba en lo mucho que voy a extrañar a los niños, en que debí abrazarlos más fuerte cuando nos despedimos y más veces a lo largo del año. Se me saltaron las lágrimas mientras pensaba en eso. La verdad que esos pequeños gremlins me robaron el corazón y no voy a olvidarlos. Nunca habrá otros niños como ellos, son únicos. Tal vez es porque fueron mi primer grupo y se acumuló la emoción ya que además de ser el primer grupo también  se graduaron y se fueron. Sé que conoceré a muchos niños y niñas muy especiales durante el tiempo que sea maestra, pero nadie podrá reemplazar a mis 19 primeros alumnos. Me entristece que se hayan ido pero también me siento muy feliz de haberlo conocido, de haber estado con ellos, de los buenos momentos que pasamos juntos y de la oportunidad que me dieron de guiarlos y enseñarles cosas nuevas. Ojala que me haya ganado un lugar en sus corazones como ellos lo tendrán siempre en el mío.

Será que aun no tengo tantas responsabilidades porque aun no tengo mi propia familia ni nada o que apenas estoy comenzando en el campo de la docencia pero no tengo nada de que quejarme. Cada momento que pasé en el kinder me dejo algo bueno, un nuevo aprendizaje. Amé estar con los niños, con las demás maestras. Como todas en esta vida, mi trabajo tiene sus cosas malas y sus cosas buenas pero sinceramente fueron más las buenas experiencias que tuve que las malas. Es verdad que había veces en las que estaba agotadísima o en las que estaba molesta o con ganas de no hacer nada y descansar, pero en general estuve feliz. No hubo ningún día en que dijera "no tengo ganas de ir trabajar", en realidad no siento que haya sido un trabajo en el sentido de solo ir a calentar una silla y esperar la quincena. Fue una experiencia maravillosa y la satisfacción que queda al saber que has dejado tu huella en alguien, cuando los niños te abrazan y te piden que no los olvides, cuando te dicen que van a extrañarte y que irán a visitarte a kinder, cuando una mamá se acerca y te da las gracias por lo que hiciste por su hijo, eso es lo mejor de ser maestra.

Amo mi carrera y no concibo nada mejor que amar lo que haces, que levantarte todos los días y sentir ganas de seguir haciendo lo que más te gusta. No quiero volverme una maestra quejosa y aun cuando pase el tiempo y tenga la responsabilidad de educar a mis propios hijos y preocuparme por su bienestar quiero seguir amando lo que hago.

No sé cómo describir le feliz que estoy, la alegría que siento de haber tenido esta gran oportunidad de estar frente a un grupo. Le agradezco muchísimo a la directora por confiar en mí, por aconsejarme y por corregirme cuando hizo falta; a las demás maestras que también me ayudaron y me aconsejaron sobre la mejor manera de hacer las cosas y el apoyo que siempre me brindaron; a los padres de familia que fueron tan amables conmigo y sobre todo a los niños que me aceptaron en sus vidas e hicieron un espacio para mí aun cuando no fuera su maestra desde el inicio. Dios bendiga a esos pequeños gremlins, tan nobles.

Ya sé que me puse bien sentimentaloide, pero ni modo. Tengo corazón de pollo.

Cambio y fuera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario