Me corroe.
Soy egoísta, lo sé. Todo porque no he ido a visitar a una amiga después de que parió, ¿y por qué no he ido? Porque me da hueva, soy una sucia holgazana. Dice René que tengo mente de adolescente, supongo que si. No tengo un bebé y no sé nada sobre eso, tampoco me interesa hablar de cosas ni incomodidades sobre ser madre y a la vez ir a la escuela.
Quizás suene a justificación pero no me importa. Después de una semana de ir al kinder en las mañanas y luego a clases en la tarde lo único que quiero hacer en mis días libres es estar con J, flojear y ver la tele; no se me antoja caminar hasta el culo del diablo para participar en la parodia de una interacción social incómoda. Si quiero ver a mi amiga, pero sé que su deseo de que vaya a visitarla se debe a que la persona que realmente quiere ver ( que de ahora en adelante la llamaremos Filómena) no está en la ciudad y pues soy como una especie de segunda opción, de triste consuelo. Mi amiga parida le avisó por un mensaje a Filómena que ya había nacido el bebé y yo me enteré después por facebook.
Me atormentan esos inquietantes mensajes que deja:
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