sábado, 22 de enero de 2011

Pánico en masa

No recuerdo en que entrada, hace ya mucho, mencioné las pandemias. Hoy compartiré mi experiencia con la pandemia de la A/H1N1.

Quién sabe en qué mes fue, tal vez en mayo. Estaba en sexto semestre en el Cetis cuando comenzó todo ese rollo de la influenza, de que los maestros nos tenían que revisar para comprobar que no estábamos enfermos o con síntomas del virus, pero como éramos un montón en cada grupo y más fácil nos preguntaban "¿se sienten enfermos?" y si si, pues te mandaban a tu casa y si no, te quedabas en la escuela. Recuerdo que entonces hasta pusieron gel antibacterial en el baño, cuando antes con trabajo ponían papel higiénico.

Por ese tiempo, el profe más temido de la escuela -que daba matemáticas y todas sus variantes, por supuesto- nos pidió a unas compañeras y a mí que nos uniéramos a una especie de "equipo" de ciencias exactas para participar en un concurso que ofrecía el ITN y que ofrecía becas a los ganadores y no recuerdo qué otra cosa. Si ya sé, era una ñoña, pero no tanto, de hecho me sorprendió que el profe (Vega) me invitara a mí también para participar en el concurso ese. En fin, la verdad no me interesaba entrarle al asunto porque nunca quise entrar al ITN a estudiar una ingeniería (que es lo único que ofrecen), pero si aceptaba me excentaría de los exámenes por eso de que había que estudiar y prepararnos muy bien para el día del concurso, y eso si que me interesaba.

Estaba en el salón del profe Vega junto con los demás integrantes del "ñoño team", conformado por cuatro compañeras de mi grupo, cinco tipos del grupo de electrónica y cinco del otro grupo de informática, mientras que afuera se celebraba un evento en la cancha principal de la escuela. Repasábamos unas cosas de matemáticas cuando escuchamos que el prefecto, con su altavoz, avisaba a TODOS que debían salir de la escuela porque se habían suspendido las clases hasta nuevo aviso por la pandemia de influenza. Todos afuera comenzaban a abandonar la escuela y los del "ñoño team" aun estábamos adentro del cuartel general del mal, esperando indicaciones del profe más friki de la escuela. Casi fuimos los últimos en salir de las instalaciones y el profe quedó de avisarnos cómo estaría el asunto del concurso. Encontré a J esperándome en los escalones de la entrada y nos fuimos.

Éramos como una especie de marabunta invadiendo las calles de Nogales. Primero invadimos la loma de los panteones hacia las paradas del camión; los que nos fuimos caminando le seguimos por la calle Reforma hasta la línea fronteriza y el centro de la ciudad. Había alumnos del Cetis por todas partes, disfrutando el lado positivo de la pandemia: suspensión de clases.

Eso me recordó la vez que llamaron a la escuela para avisar que habían puesto una bomba y se hizo un desmadre similar. Nos encontrábamos en clase de Física con otro de los profes más temidos del Cetis: Lozada. Veíamos el tema de los vectores y chalala, así que nos propuso salir a jugar al béisbol para que calculáramos los vectores de la pelota cuando era bateada. Dejamos las mochilas y todo en el salón y salimos. Entonces nos encontramos con el prefecto que nos dijo que nos fuéramos al "punto" seguro a donde nos vamos cada que hacíamos simulacros y como no nos dijo nada más pues creímos que solo sería otro simulacro. Ya estado ahí, comenzaron a llegar más personas, unas con mochila y otras igual que nosotros. Luego se corrió la voz de que habíamos recibido amenaza de bomba y que íbamos a tener que salir de la escuela. Y si, los maestros nos pidieron que saliéramos en orden por la bajada de los carros y nos fuéramos hasta la loma de los panteones, frente a la UPN.

La verdad, a pesar de ser algo serio, no vi a nadie angustiado, preocupado o con miedo. Muchos tomaban fotos de toda la escuela porque se podía ver a todos los alumnos y maestros en bola, como hormigas y hasta entonces vimos de esa manera la gran cantidad de estudiantes que había en la escuela.

Mientras esperábamos a los de protección civil algunos pusieron la radio en sus celulares, llamaban a sus casas o saboreaban un hielito de los que vende una señora que siempre pone su puesto en la loma de la escuela. Había una que otra patrulla y no sabíamos muy bien que coño pasaba. Karen estaba preocupada porque entre todas las cosas que dejamos dentro de la escuela estaba la laptop de su madre. Yo traía el dinero y mi celular en las bolsas del pantalón, así que no me preocupaba mucho que mi mochila estuviera todavía ahí dentro. Al rato me llamó mi madre, preguntándome qué chingados estaba pasando en la escuela, le conté lo de la bomba y que mis cosas estaban en el salón y que escuchara las noticias a ver si decían algo.

Al final resultó ser una falsa alarma. Algún sociópata que quiso causar caos para satisfacer sus retorcidos deseos sexuales, como los que salen en mentes criminales o esos programas.

Como ven, hasta en nuestra ciudad/ranchote se dan las alarmas de terroristas. Lo de la influenza no fue de tanto impacto aquí, pero que susto se llevaron en algunas zonas de la ciudad.

Y bien, eso es todo por hoy. Pasen una excelente semana intentando cumplir con sus propósitos de año nuevo, si es que aun no se han rendido.

Aguas con el coco y disfruten esta canción que solo se relaciona con el tema del post en cuanto a las llamadas anónimas.





 Cambio y fuera.

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